La senda de los científicos

31 de octubre de 2013

 La idea era hacer el paseo "espejo" del de Pasolén, en la otra orilla.

Todo empezaba en el collado de S. Caprasio, el que hay después de las curvas de Colungo y justo antes del mirador del Vero en Mallata. Dejamos ahí el coche, y tomamos el camino, que pasa junto a las ruinas de la ermita de San Caprasio, lo único que queda de un conjunto de necrópolis y poblado dedicados a San Caprasio. ¿Y quién fue S Caprasio? Pues para no perder la constumbre, un eremita que antes fue obispo de Agen (dicen que el primero) y que huyó de las persecucines de Dioclediano y se refugió en una cueva.  Luego  oyó que había una joven llamada Fe que defendía su fe y se animó a salir de la cueva para unirse a la defensa de la fe de Fe con el resultado de que los dos fueron martirizados. Por cierto, esta Fe es la mismísima Foy cuyas reliquias se guardaban en Agen y fueron a robarlas los de Conques para dar más relumbrón a su convento.



Bueno, a lo que estamos. Se trataba de bajar por ahí hasta el Vero por la llamada senda de los científicos, antiguo camino de esta sierra que fue aprovechado a principios del S XX por Lucien Briet y sus seguidores para explorar estos barrancos. Pero, atención spoiler, nos perdemos en la espesura y no llegamos.

Tozal de Mallata, de donde parte la línea haranja. Peña Bovín a la derecha. Peña del Calcinar más a la derecha.


Eso sí, podemos disfrutar de las vistas de nuestro anterior paseo. Y como siempres, parece increíble que por allí haya un camino (aunque sea un camino tan sorprendente como el de Pasolén). Lo siento, no fotografío bien el tramo de Chimiachas al Vero.



Cuando todavía seguíamos hacia adelante nos encontramos con una curiosa formación geológica, unos grandes arcos de piedra que forman una especie de cueva sin techo.




De ahí seguimos bajando. Vamos siguiendo la señalización, trozos de cinta de plástico de rayas rojas y blancas como las que ponen en las obras, o para balizar senderos en las Trail. Pero llega un momento, metidos en la espesura, que no encontramos más, ni trazas de camino. Hacemos el jabalí un rato y nos rendimos. Volvemos donde los arcos de piedra y comemos un poco decepcionados. Y aún nos perdemos otra vez subiendo. Bueno, perdernos no, pues se ve hacia dónde tenemos que ir, pero vamos un rato fuera de senda. Acabo con los brazos llenos de arañazos.

Y bueno, por lo menos el camino de vuelta nos ofrece buenas vistas de los Pirineos.


Una cervecita me ayuda a lamerme las heridas.

Pasolén

27 de octubre de 2013

Después de los días de paseítos fáciles que hemos tenido, toca algo más duro: Pasolén. Recomendación de Javi Buenaventura, nuestro guía de barrancos, el que nos recomendó primero Escaleretas.



Posiblemente el recorrido más duro de los que hemos hecho, pues hay una cuesta considerable (más de 900 metros de desnivel, que para mí es como un tropecientosmil para otros) Y eso que hemos hecho un poco de trampa, pues en lugar de salir de Alquézar, empezamos desde después de S. Pelegrín, con lo que nos ahorramos media horita de subida por lo menos.

Empezamos: Cruzamos San Pelegrín y dejamos el coche en un cruce de caminos un poco más adelante. Tomamos una pista que va hacia Basacol, pero en seguida nos desviamos hacia la izquierda, subiendo hacia Quizáns, pasamos por debajo y hasta el Cerro Quizáns (que también se llama Tozal de LA Mallata, no confundir con el Tozal de Mallata de las cuevas, que está en la otra orilla) .


Hasta aquí era territorio conocido por el que pasamos al ir a visitar el ciervo de Chimiachas. Pero a partir del Cerro empieza lo bueno. Vamos bajando por un camino que no siempre está bien marcado, pero entre las descripciones, las marcas y un poco de intuición (osea, llegar a donde no se puede seguir, hacia atrás y listo),  se va haciendo.


Pasamos por la cueva de Grasa, llamada así en homenaje a Simeón Grasa, un vecino de SanP elegrín que, a principio de los años veinte del siglo pasado acondicionó este camino inverosímil. Los vecinos de San Pelegrín, Radiquero y Asque, a razón de 10 céntimos por cabeza juntaron loas 200 pesetas que le pagaron por sus trabajos.


El paso de Pasolén, como su nombre indica, no es para cruzarlo corriendo. Es una estrecha repisa, con la piedra brillante de tanto paso, y si estuviera mojada sería muy resbaladiza y peligrosa. En la documentación que habíamos consultado aseguraban que era necesario arnés y paso firme y seguro. Bueo, no es para tanto. El arnés lo llevamos en la mochila, y con cuidadito y agarrándonos a la sirga pasamos sin grandes dificultades.



El Vero bajando hacia Alquézar


El camino ahora va por un pinar con bastante pendiente, y por lo tanto deslizante por las agujas de los pinos. Pero bueno, pasito a pasito y agarrándome a troncos y plantas, se va haciendo. Es un tramo umbrío, con mucha vegetación.



Y así llegamos al barranco de Chimiachas, que se cruza por el paso de Articazos, también arreglado con una cuerda a la que agarrarse, y con una cornisa más ancha  y rugosa que Pasolén, vamos, un paseo.






A la salida del barranco se sube un poco de nuevo para volver a bajar y bajar y bajar. Hay alguna cuesta con cadenas, que vienen bien aunque no sean imprescindibles.

Y llegamos al río, que está en todo su esplendor otoñal.


Cansada y sudorosa, pero feliz y satisfecha! Un reconfortante picnic a orillas del río.


¡Y vuelta para arriba!









Curiosamente, el camino de bajada desde el Tozal de Quizáns se nos hace largo, muy largo. Co lo fácil que habíamos encontrado el camino a la subida, nos da la impresión de habernos desorientado, pero no, simplemente es que se nos ha hecho largo.

Volvemos a pasar por San Pelegrín


Nos acercamos a Alquézar a refrescarnos y volvemos ya con las últimas luces del día. La foto no hace justicia a la cantidad de colores que nos ofreció el atardecer




Ras Vals

26 de octubre

Ttengo la temporada baja. Otro paseo ultrasencillo, el camino de Ras Vals, que utilizaban los agricultores de Castillazuelo, caminando por las orillas del Vero. Cruzamos el canal de Castillazuelo y comemos junto al Salto de Pozán, una cascada formada por la construcción de un azud, y que ha formado una badina que imaginamos llena de gente en verano.








Adahuesca- Buera


21 de octubre

Habíamos pasado un montón de veces por Adahuesca, pero nunca nos habíamos parado a pasear por sus calles. Tiene fácil solución.

Y fué una grata sorpresa.

Vamos por unas notas de toponimia: Ada-huesca. Parece ser que Huesca, Osca, tiene un probable significado de "lugar poblado", y hay numerosos topónimos que están formados por una partícula que indicaría la localización, y el citado "osca". Adahuesca vendría de oto-osca, pueblo en lo alto.
Voy a seguir un poco con lo de Osca, que me he emocionado, pues este sería también el origen del mismísimo Auch, entre otros (Asque, Benasque, Biescas...)

Adahuesca sería una de las primeras poblaciones de esta provincia, y en 1288 fué un regalito de Alfonso III a Pedro Martínez de Luna (el Papa Luna, no, otro de antes).

El pueblo ha pasado de épocas en las que había juzgado, médico, cuartel de la guardia civil y escuela, a tener apenas 150 habitantes.

Paseamos por sus calles, nos tomamos un cafelito en su plaza, tranquilos. El centro de interpretación de leyendas está cerrado, una lástima.








Seguimos nuestro camino. Cruzamos Buera y paramos junto a la ermita de San Juan Bautista, Aquí nos encontramos con una animosa señora que está paseando, y aprovecha para contarnos su vida y las penalidades pasadas en su juventud. huérfana de madre joven, quedó a cargo de la casa, es decir, de su padre y sus muchos hermanos. La colada en el río, acarrear agua para la casa...Lo cuenta con alegría y presumiendo de su buen estado. Nos recomienda bajar al pozo de hielo, aunque ella no se anima a causa de sus piernas


El pozo de hielo, donde guardaban el hilo que recogían junto al río cercano, prensándolo entre paja para conservarlo. Con este hielo se abastecían las poblaciones vecinas, hasta Alquézar, y por supuesto el monasterio de Dulcis.



La omnipresente faja donde se encuentra el abrigo de Quizáns



Vamos al monasterio de Santa María de Dulcis. Aquí, tras la expulsión de los moros, se apareció la virgen sobre un panal de rica miel y a partir de ahí se dedicó a hacer milagros a lo loco, que lo mismo salvaba a uno de morir ahogado en una crecida de río que curaba la tuberculosis o sanaba inválidos. Y claro, tanto milagro le valió para que construyeran una ermita en el S XII donde iban de romería miles de peregrinos de siete pueblos de los alrededores, en el mes de septiembre. hasta que los vecinos de Buera se hartaron de que los piadosos romeros se les zamparan las uvas y le pidieron al obispo que trasladase la fecha, a la desde entonces tradicional romería del segundo domingo de  mayo.

También sacaban a la virgen en procesión para hacer rogativas pidiendo lluvia. Y desde hace mucho se unta la lengua de los recién nacidos con aceite de la lámpara de la Virgen para que sean locuaces.

En los alrededores de la ermita hay centenarios olivos, con los que han hecho un "bosque de los olivos", con  las 18 especies autóctonas. En Buera hay una almazara del XVI, El Torno.


La ermita románica original, modesta, no les pareció suficiente en plena crisis del XVII, por lo que decidieron construir a lo grande. Como el dinero escaseaba, se decidió que lo que se sacase de la venta de los huevos que las gallinas ponían los sábados era para la construcción de la ermita nueva.
Y así, con lo de los huevos (o no), y con diversas aportaciones, se fué construyendo el santuario y una gran casa de cuatro plantas con habitaciones, bodega, lagar.... Vamos un estupendo "turismo rural" para acoger a los peregrinos que se acercaban al lugar.

Un lagarto aprovecha los arcos de lo que fué el patio de la casa para tomar el sol.




La ermita por fuera es sobria aunque por dentro debe estar barrocamente adornada. Pero está cerrada.


El otoño en los alrededores



Damos una vuelta por Buera. Tiene almazara, fuente, lavadero, gatos....



Volvemos hacia Adahuesca, para visitar la ermita de Treviño. El nombre viene del latín TRIFINIUM, pues aquí confluían tres diócesis y los obispox podían reunirse y continuar en sus dominios.
O quizá simplemente el nombre derive de haber estado entre viñedos.

La iglesia, románica, es todo lo que queda de un monasterio. Y por supuesto, también aquí teníamos milagros y prodigios.




Y terminamos nuestro paseo dando una vuelta por las fuentes de los alrededores. el sol se pone.