Se acabaron nuestros dos años de vacaciones. Hemos vuelto a la cruda realidad, la de un país afeado por una construcción sin mesura ni buen gusto que es la que lo ha llevado a la ruina.
Cuando aprobé las oposiciones mi padre me dio la enhorabuena de una forma que resultaba casi amenazante: Felicidades, hija, ya tienes la vida asegurada. Una vida mediocre, pero asegurada.
Ahora ni siquiera está asegurada, todavía nos tienen dando tumbos y es posible que nuestros gobernantes quieran hacer galletas con nosotros.
Para intentar escapar de todo esto nos queda irnos a paseo. Los Pirineos están muy cerca de donde vivimos, así que intentaremos aprovechar nuestro tiempo libre.
Queda inaugurado el diario de paseos.
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