Formiga y Gorgonchón

18 de octubre de 2013

En nuestra búsqueda de excursiones fáciles, cortas y bonitas nos aparece en la bibliografía (en  esta estupenda página ) un paseo por el Gorgonchón. Rodeándolo por arriba, claro está, que hacerlo como barranco es arriesgado y requiere técnica y valor.

Como es muy muy corto, incluso para mí, pensamos que es una buena ocasión de hacer a pie y con cámara el río Formiga, y así tener alguna fotillo más.

Y a eso vamos. Aparcamos junto a un autobús, No es buena señal.

Primera paradeta junto a la badina donde hicimos el ganso cuando íbamos protegidos por el neopreno.


El otoño está madurando los madroños, con frutos de todos los colores.


¿Un señor con boina?


Llegamos a la cueva de las Polvorosas. Huele a cabras. Luego veremos de esas cabras asilvestradas tan comunes en Guara. Deben buscar cobijo aquí, recuperando el antiguo uso de esta cueva de cobijar ganado.
Abajo se oye el jolgorio de los, suponemos jovenzanos, barranquistas del autobús.
Por aquí nos perdemos un poco. Se supone que hay una senda que baja hasta un puente donde podremos cruzar el río, pero nos cuesta encontrarla. Pero la encontramos: Volviendo de la cueva, justo antes de llegar a un minibarranco, la senda sale a la derecha y enseguida se llega.


En esta otra orilla los madroños ya están maduros y por los suelos


Otro paso con sirga, aunque no hace mucha falta...


La otra orilla no parece una buena elección, así que volvemos sobre nuestros pasos. Volvemos a piqueniquear en la badina inicial y hacia el aparcamiento, donde los adolescentes de la excursión están comiendo sentados en el suelo entre el autobús y los contenedores de basura ¡!


Segunda parte de la jornada: seguimos con el coche hasta Bastarás. Cuando vamos a dejarlo, se nos para al lado un todoterreno con señor inquisitorial. Deducimos que debe ser un guarda del maldito coto de Bastarás: Este pueblo es hoy en día propiedad de una sociedad llamada Finbas, propiedad de un "magnate de la minería" que compró todos sus terrenos los valló (le hicieron falta más de 37 kilómetros de alambrada) y los repobló con animales de interés cinegético como venados muflones y gamos, cerró caminos y sendas y  para rematar reconvirtió un tesoro del neolítico en pesebre: la cueva de Chaves. Todo ello por el módico precio de alguna multilla que a base de recurrirlas no ha debido pagar, y si las paga son de tan ridículo importe respecto a sus ganancias con las monterías, que le da igual.

En fin, que el tipo del todoterrenos nos resutó un tanto impertinente pero tampoco se metió con nosotros. Aparcamos, y a paseo.

El paisaje es ahora seco y la luz brillante hace que resalten los contrastes entre tierra, cielo y vegetación.


El Gorgonchón es otro tramo del rio Formiga, que baja encañonado entre conglomerados, estrecho y corto pero peligroso y técnico. Siempre lleva agua, y es un punto negro donde se han muerto varios barranquistas, atrapados en una cueva que hay bajo las aguas.
A ratos sólo se ve una grieta en las rocas, y se oye el fragor del agua debajo.



El final del barranco, sobre un espectacular y otoñal paisaje



Volvemos al tranquilo vado de donde hemos empezado el paseo de este tramo del río, y al coche.


De vuelta a Huesqueta aprovechamos para entrar en Santa Cilia, punto de partida de la ascensión clásica al Tozal de Guara, que Ant mira con ganas.



Y a casa, con paradita en Panzano para refrescarnos mientras intentamos identificar cada cumbre de esta Sierra.

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