Pasolén

27 de octubre de 2013

Después de los días de paseítos fáciles que hemos tenido, toca algo más duro: Pasolén. Recomendación de Javi Buenaventura, nuestro guía de barrancos, el que nos recomendó primero Escaleretas.



Posiblemente el recorrido más duro de los que hemos hecho, pues hay una cuesta considerable (más de 900 metros de desnivel, que para mí es como un tropecientosmil para otros) Y eso que hemos hecho un poco de trampa, pues en lugar de salir de Alquézar, empezamos desde después de S. Pelegrín, con lo que nos ahorramos media horita de subida por lo menos.

Empezamos: Cruzamos San Pelegrín y dejamos el coche en un cruce de caminos un poco más adelante. Tomamos una pista que va hacia Basacol, pero en seguida nos desviamos hacia la izquierda, subiendo hacia Quizáns, pasamos por debajo y hasta el Cerro Quizáns (que también se llama Tozal de LA Mallata, no confundir con el Tozal de Mallata de las cuevas, que está en la otra orilla) .


Hasta aquí era territorio conocido por el que pasamos al ir a visitar el ciervo de Chimiachas. Pero a partir del Cerro empieza lo bueno. Vamos bajando por un camino que no siempre está bien marcado, pero entre las descripciones, las marcas y un poco de intuición (osea, llegar a donde no se puede seguir, hacia atrás y listo),  se va haciendo.


Pasamos por la cueva de Grasa, llamada así en homenaje a Simeón Grasa, un vecino de SanP elegrín que, a principio de los años veinte del siglo pasado acondicionó este camino inverosímil. Los vecinos de San Pelegrín, Radiquero y Asque, a razón de 10 céntimos por cabeza juntaron loas 200 pesetas que le pagaron por sus trabajos.


El paso de Pasolén, como su nombre indica, no es para cruzarlo corriendo. Es una estrecha repisa, con la piedra brillante de tanto paso, y si estuviera mojada sería muy resbaladiza y peligrosa. En la documentación que habíamos consultado aseguraban que era necesario arnés y paso firme y seguro. Bueo, no es para tanto. El arnés lo llevamos en la mochila, y con cuidadito y agarrándonos a la sirga pasamos sin grandes dificultades.



El Vero bajando hacia Alquézar


El camino ahora va por un pinar con bastante pendiente, y por lo tanto deslizante por las agujas de los pinos. Pero bueno, pasito a pasito y agarrándome a troncos y plantas, se va haciendo. Es un tramo umbrío, con mucha vegetación.



Y así llegamos al barranco de Chimiachas, que se cruza por el paso de Articazos, también arreglado con una cuerda a la que agarrarse, y con una cornisa más ancha  y rugosa que Pasolén, vamos, un paseo.






A la salida del barranco se sube un poco de nuevo para volver a bajar y bajar y bajar. Hay alguna cuesta con cadenas, que vienen bien aunque no sean imprescindibles.

Y llegamos al río, que está en todo su esplendor otoñal.


Cansada y sudorosa, pero feliz y satisfecha! Un reconfortante picnic a orillas del río.


¡Y vuelta para arriba!









Curiosamente, el camino de bajada desde el Tozal de Quizáns se nos hace largo, muy largo. Co lo fácil que habíamos encontrado el camino a la subida, nos da la impresión de habernos desorientado, pero no, simplemente es que se nos ha hecho largo.

Volvemos a pasar por San Pelegrín


Nos acercamos a Alquézar a refrescarnos y volvemos ya con las últimas luces del día. La foto no hace justicia a la cantidad de colores que nos ofreció el atardecer




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