Samitier - San Lorién

7 de enero de 2014

Hoy dicen que nuboso en Pirineos y poco nuboso un poco más abajo. No hemos madrugado, así que procede buscar paseíto corto. En los alrededores de Samitier hay un par de paseos posibles. Vamos.

Un poco de susto en el camino, pues nos pilla un banco de niebla y ya empezamos a pensar que no hemos hecho buena selección del destino. Pero sí, salimos de esa nube y ya el cielo claro sobre nosotros.

Volvemos a pasar bajo el perfil de Abizanda


Y paramos en Samitier, que es otro pueblo con perfil característico, proporcionado por su torre exenta. Aparcamos junto a la fuente de las calaveras


Damos una vuelta por el pueblo, que es majo: no lo destrozaron y ahora lo están arreglando.


Y tomamos el camino que sube a las ermitas y al castillo. Una pista ancha, como de coche, pero con unos baches importantes. Y en poco rato estamos en la ermita de Santa Waldeska.

Es una pequeña ermita que fué construida para pedir protección contra las tormentas. Los vecinos del lugar creían que fué levantada a principios del siglo pasado, pero en realidad es del S XVI. Seguramente de lo que se acuerdan es de alguna gran reconstrucción.

Santa Waldeska fué una monja italiana milagrera (convirtió agua en vino, sacaba agua de pozos secos y conseguía que el pan estuviera varios días en un horno sin quemarse, entre otras proezas). En realidad se llamaba Ubaldesca, pero como entonces ya había faltas de ortografía y la U y la V se escribían igual, pues así se ha quedado.
Por cierto que tras su muerte, convenientemente despedazada a mayor gloria de sus fieles, una costilla de la santa fue reliquia custodiada en Villanueva de Sijena. En 1969 las monjas la trasladaron a Barcelona por obras, y ahí se le perdió la pista, hasta que un buen día una abuela del pueblo, viendo las noticias, reconoció su relicario en un botín, recuperado por la policía, que los ladrones se habían llevado de casa de un noble de Reus. Al principio nadie le creía, pero ella insistió, el alcalde le hizo caso, y efectivamente, era la santa costilla, que en 2010 volvió al pueblo.

La ermita de aquí es sencilla y luminosa, con ventanas de alabastro y bóveda de crucería.



Al poco de salir de la ermita se pasa a la ladera norte de la peña por la que vamos, y eso que ganamos en vistas, a pesar de las nubes.


Y enseguida llegamos a la ermita dedicada a San Emeterio y San Celedonio. Éstos eran dos hermanos legionarios, hijos del centurión mártir Marcelo. Y como en este caso el martirio se hereda, pues los dos acabaron encarcelados, torturados y decapitados, antes que renegar de su fe. Y sus cabezas llegaron a Santander en una barca de piedra, y allí encallaron. El nombre del pueblo de abajo proviene de San Emeterio, lo mismo que el nombre de Santander.
El caso es que parece ser que esta iglesia fue puesta bajo la advocación de unos santos-soldados porque aquí se estableció una comunidad de monjes-soldado. Hay que recordar que estamos en zona que fué fronteriza, y este enclave permitía vigilar el acceso por el Cinca. Estas defensas de la frontera fueron organizadas por el rey Sancho III de Navarra y sus hijos Gonzalo de Sobrarbe y Ribagorza y Ramiro I de Aragón.

Sorprende el tamaño de la iglesia, con tres naves de ábsides semicirculares. Y con cripta y todo.


Del castillo queda poco en pie, pero lo que queda tiene buenas vistas. Comemos por aquí.




De vuelta al pueblo, no es tarde y el día se mantiene bien, con las nubes enganchadas en las montañas y los valles soleados, pr lo que nos animamos a continuar hacia el norte y visitar la ermita de San Lorién, a los pies de la Peña Montañesa. Tras dudar un poco en algún cruce llegamos.


La ermita de San Lorién es sencilla, del S XII, dedicada al Lorenzo que tantas iglesias y ermitas tiene dedicadas en estas tierras, y nos guarda una sorpresa, un sillar con una figura felina:



Este sillar podría provenir de un monumento funerario muy antiguo, entroncando con religiones prehistóricas.

Seguimos hacia la ermita de la Fuensanta, curiosa iglesia con balcón. Es del S XVII.


Junto a la ermita está la casa del ermitaño, que estuvo habitada hasata 1963, y todo ello está junto a la fuente milagrosa, la Fuensanta. que cuando san Victorián pasó por aquí con sus amigos, les dió la sed, por lo que el santo golpeó tres veces la roca con su bastón, y se obró el milagro en forma de fuente manando por tres chorros.
La inscripción en la fuente es de 1692



De Laspuña vienen hasta aquí en romería el primer domingo de mayo, y de antiguo lo hacían para luchar contra la sequía. En 1219 se llegaron a juntar aquí los de 74 pueblos, siguiendo un rito que, de nuevo, consistía en chapuzar un santo: En este caso se iba al monaterio de san Victorían a coger el arca con sus reliquias y se procedía a sumergirla en las aguas de la fuente al grito de "Agua, Beturián". Y si en el viaje de vuelta el arca parecía muy pesada, es que iba a llover.

A nosotros no nos ha llovido. Aprovechamos para volver por la carretera de Fiscal, que nos tiene un tanto intrigados. Es buena.

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