Osia, Ena, Centenero

8 de mayo de 2014

Y de acuerdo con nuestro proyecto, hoy tocaba el Valle de Borau. Admás habíamos visto que hay una pista que sube hasta el refugio de López Huici, y aunque desde el valle de Aísa se veía la Madalena con nieve, pensamos que podríamos subir un buen trecho en coche y luego raquetear para asomarnos a ver el macizo del Aspe deste otro ángulo. pero no, pues la pista tiene verja y es sólo para vehículos autorizados. Y como es muy larga (18 km) y estamos un poco flojos no nos animamos a ir a pie, y nos damos la vuelta.

Paseamos un poco por Borau, y nos acercamos al ayuntamiento para enterarnos de si es posible conseguir permiso. Está cerrado, pero un vecino nos dice que sí, que basta con pedirle permiso al alcalde. Anotamos la dirección y el teléfono para otro día.


¡Nos hemos quedado sin plan! bajamos a Jaca, y nos comemos una hamburguesa vegetal en el Pilgrim, que nos gusta por el detalle de la hamburguesa y por las vistas a la ciudadela y a Collarada. Estamos rodeados de franceses, es festivo allí.

No, estas no son las vistas del bar, pero es que el edificio de la izquierda fué mi primera casa.


Ya visto que no vamos a caminar, buscamos una ruta en coche, sin dar mucha vuelta. Me apetece ir a Osia, que no la conocemos. Vamos.

A pesar de que pertenece al término municipal de Jaca, y a pesar de que está a menos de 30 kilómetos, tardaremos unos tres cuartos de hora en llegar, a golpe de curva, por la estrecha carretera que rodea Oroel. El pueblo conserva el encanto característico del olvido. Casas y calles de piedra, tejados de losas, chimeneras como siempre. Sus actuales 19 habitantes censados suponen toda una recuperación demográfica para una localidad que casi cayó en el abandono y ahora se dedican, además de la agricultura, al turismo rural. Se en juguetes infantiles en la calle.





Siguiente parada en Ena, otro pueblo casi olvidado, por lo menos olvidado de la ley de memoria histórica.




Entramos también en Centenero, también de casas de piedra sin altas calidades y calles estrechas donde es difícil dejar el coche sin que moleste, aunque no haya mucha gente a quien molestar.
Hay una ruta de ermitas con vistas a la cara sur de San Juan de la Peña que vendremos a hacer en otra ocasión



Cuzamos el embalse de La Peña y paramos a tomar uncaafé en nuestro hotel con vistas a Riglos, donde nos aturden con la radio a todo meter.

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