Aigualluts con raquetas

24 de febrero 2014

Un paseo que nos apetecía desde hace tiempo, ir al Forau de Aigualluts. En verano es un paseo muy corto y lleno de gente. En invierno la nieve impide hacer en coche el trayecto hasta Besurta por lo que hay que salir desde el Hospital de Benasque con lo que es el doble de largo. Y con mucha nieve.

Paamos la noche en Benasque, en hotel que prometía spa. Al final el spa es de pago, y lo que viene incluido en el hotel es la piscina (diminuta) y el jacuzzi. Un par de familias francesas lo tienen copado, y a pesar de que los niños franceses son significativamente menos molestos que los españoles no resulta un espacio de relax, por lo que lo abandonamos al poco de llegar. Damos una vuelta por Benasque de noche, recordando viejos tiempos. Tomamos un par de vinos con tapa, el primero en un bar que parecía bien pero que tiene una inapropiada música a todo meter y nos meten hachazo. El segundo, selección de Ant, resulta mucho mejor, con sofá delante de la chimenea y rica ensaladita.


Salimos del hotel tras un autobus de esquiadores girondinos, y hasta el Hospital de Benasque. El antiguo refugio de caminantes es ahora un hotel estrellado y con spa (vaya, deberíamos haber venido aquí) en el que nos tomamos el cafelito de salida lo que nos hace clientes y así podemos aparcar sin remordimientos en su aparcamiento.



Raquetas y en marcha. Vuelta atrás porque vemos un cartel que pone que es obligatorio pagar el forfait. Pero no, es sólo para los esquiadores fondistas, no para raquetistas. Segunda salida, ya la buena, siguiendo la pista de esquí, con suave pendiente . Es la carretera que lleva a Besurta, pero con nieve.

Paramos para hacer fotos y para charlar con unos esquiadores madrileños, propietarios de apartamento en Benasque, que agradecen al destino su buena fortuna. Envidia.


Y poco a poco vamos subiendo. Dejamos el pistón para seguir la huella de raquetas. No vemos en ningún momento ni el refugio de Besurta ni las señales para ir al Forau. Y llegamos a Aigualluts, nada que ver con el prado lleno de meandros y vacas de nuestra anterior visita. Nos entretenemos intentando identificar montañas.


Mientras yo me quedo allí plantada Ant se va a toda velocidad cuesta arriba, a la búsqueda de ibones que hemos visto en los mapas. Yo soy el puntito de abajo en el centro.



Y es posible que lo de abajo sea un ibón.


Hemos ido subiendo pegados al lado izquierdo por lo que para bajar y tener más posibilidades de ver la cascada y el Forau, pasamos al otro lado del valle.

Se ve el Aneto




Y ahora sí, pasamos junto a la cascada y llejamos junto al Forau. El agua que baja del Aneto y alrededores se desploma en este agujero. Volverá a aparecer en el Valle de Arán, de donde se marchará tranquilamente hasta el Atlántico con el nombre de Garona.
Ahora es un poco peligroso acercarse al borde, pues la nieve forma un inestable voladizo.



Nos cruzamos con escaladores, charlamos con un solitario raquetista que parece más pardillo que nosotros. Comemos al borde de la congelación pues se levanta un vientecillo helador.

Ahora sí que vemos algún cartel indicador, que sobre todo indica la gran capa de nieve que hay.


Bajamos muy despacio, por mi culpa. Me duelen los pies con deseperación. Descansamos un poco en el Hospital y seguimos hacia Benasque, que nos vamos de compras.

Pensamos en parar en Graus, pero al final nos da pereza.



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