Escaleretas del Vero

12 y 13 de septiembre

Jueves
Javi, nuestro guía, nos había recomendado un paseíto: La ruta de las Escaleretas del Vero.

Consulté bibliografía y me pareció imposible, así que cuando Ant propuso hacerla me puse en plan Baterbly. Pero bueno, llegamos a un acuerdo. Vamos a verlo, y si me da miedo, media vuelta sin más.

Cafelito en el cámping de Alquézar, animados por la tele y Arguiñano.

Salimos del aparcamiento del Vero. Es el aparcamiento que hay después del mirador, y que es de donde se sale para hacer el descenso del río. Bajamos al río, lo cruzamos, y subimos por la otra ladera, un camino indicado, que va hacia la parte alta del barranco de Básender, aquí llamado de Cruciachas. Lo cruzamos también a la altura del camino que viene de Lecina, y vamos en dirección a Barfaluy.



El camino se adentra en la selva de Lecina, un bosque impenetrable excepto por aquí, claro.


Un claro en el bosque, restos de una vieja carbonera, donde hacían carbón las gentes de Lecina.

Buenas vistas


El camino está muy bien señalizado hacia Barfaluy. Sabemos que para coger Escaleretas, tenemos que dejarlo a mano izquierda, y encontramos lo que parece el desvío. Seguimos un camino no muy bien marcado, hacemos algún destrepe no muy evidente


Y llegamos a una cornisa que parece sin salida. Ant investiga un poco en todas direcciones, pero no ve un camino claro. Yo espero tranquilamente en esta cornisa mientras él explora.


Con un paisaje increíble frente a mí


Algún buitre nos sobrevuela cerquísima, como si estuviesen seleccionando menú, y se para enfrente


Bueno, las exploraciones de Ant no dan ningún resultado fiable, así que seguimos con nuestro plan inicial, media vuelta. Además podemos aprovechar y visitar las cuevas de Barfaluy. Subimos de nuevo por el simulacro de camino por el que hemos bajado, trepar es más fácil que destrepar, y vamos a las cuevas, a las que se baja por unas señoriales escaleras. Hay una pareja con dos perrazos ataados corto, que no saben nada del camino de las escaleretas. Así que a disfrutar las pinturas, de estilo esquemático, de las tres cuevas: dos en rojo y una en negro.



 

Estos abrigos fueron utilizados antiguamente (pero recientemente) como arnales, es decir, colmenas. Como están orientados hacia el sur, en un lugar protegido, debía compensar el paseo. Las arnas son recipientes cilíndricos, hechas con cañas y protegidas con boj.


Volvemos por donde hemos venido. Vistas del Pirineo desde lo alto de Básender


El molino de Lecina (o lo que queda de él)


Y subidita al aparcamiento. Son apenas 5 minutos, qué diferencia con la subida de Mallata! En el aparcamiento, nos espera un pajarillo.


Volvemos hacia Colungo. Adelantamos a un ciclista y a su hijo, con bandera danesa y alforjas llenas de equipaje. Al poco, la madre y otro crío en bici. Y más adelante, lo más sorprendente: Un tercer hijo, más pequeño, con alforjas y semirremolcando a un pequeñajo!
Como nos paramos en el mirador del Vero a ver si intuimos el camino de las Escaleretas desde enfrente (que no), los volveremos a adelantar cerca de Asque.


Cervecita en nuestro bar de las tardes en Alquézar. Nos ponen de tapita unas cortezas de cerdo que tiramos por la barandilla al huerto de olivos de abajo. Unas cabras pasan de ellas, peroun gatete da buena cuenta.

Viernes
Ant me regala un arnés, ya que sabe que el caminito este de las escaleretas me da miedo. Así que sin excusas, vamos a volver a intentarlo, pero esta vez, dado que ayer me resultó más fácil trepar que destrepar, atacaremos el trayecto desde abajo.
Repteimos: Cafelito, aparcamiento del Vero, bajada al río, y en dirección al molino. Pasamos junto a una construcción, un refugio suponemos, inspirado en las ermitas trogloditas,


vadeamos el río un par de veces (botas fuera, que no conviene tenerlas mojadas en la subida)...


Y siguiendo instrucciones, subimos por un camino someramente indicado, a la derecha, que se convierte en una losa con una traza marcada. Ya que estamos por aquí, nos desviaremos un poco hacia las cuevas de Gallinero, las señaladas con la flecha roja.


La aproximación a las cuevas no es fácil. Hacemos el jabalí un poco y desistimos. Ant se va a buscar el camino de subida, y no encuentra más que una gran losa imposible de bajada (imposible para mí, él la baja y vuelve a donde estoy yo). Y llegan unos franceses que van muy decididos hacia las cuevas, así que volvemos a ir hacia allá. Tras un paso un poco peliagudo, en el que hay que salvar una pared con un tronco a modo de escalón, en el que la francesa, que es más o menos de mi nivel, casi se descalabra si no llega a tener el apoyo de Ant, llegamos. El apoyo de Ant, todo hay que contarlo, es un acto reflejo dearle un empujoncillo en el culo.
Y llegamos, sí a la base de dos tramos de escaleras verticales. entre el primer y el segundo tramo, una repisa de roca pulida. Le paso la cámara a Ant y paso.



Foto tomada por Ant desde el segundo tramo de escalaeras. Se ve mi cabeza, estoy en el primer tramo, y debajo, el abismo hasta el río, aunque no me doy cuenta hasta que veo la foto. Afortunadamente.


Hay cuatro abrigos, pero Ant se limita a ver y fotografiar el primero, el paso a los otros es resbalosamente peligroso.


Dejamos las cuevas y es cuando Ant me dice que hacia abajo está chunga la cosa, que está mejor hacia hacia arriba. Seguimos. Y esto es lo que es "mejor". Hay ue abrazarse a las piedras y no mirar abajo.


Nos cruzamos con otros franceses, que bajan. Parecen un poco despistados, pero él son dice que ya lo hizo hace unos años. les indicamos por dónde hemos venido, que es por aquí: ¿Yo he pasado por ahí?


Ant va abriendo vía, y subimos por donde buenamente podemos. En un momento dado lanza una exclamación de admiración, pero no se queda allí, pues má arriba hay una cueva estupenda. Subimos a esta maravilla donde descansamos un poco.


Bajamos al camino de nuevo, por el sencillo sistema del esbarizaculos, poco elegante pero eficaz, y llegamos al tramo má bonito del camino, con esta ventana en la roca por la que pasaremos con cuidado, la roca está muy pulida.


A la salida hay una sirga de seguridad, dudo si ponerme el arnés, pero Ant me asegura que es fácil. Y la paso a pelo.



Hay que ver qué eficaz es mi arnés, ña seguridad que da con sólo llevarlo en la mochila. Nos queda una repisa bastante ancha, que recorremos con paso firme (o así)


Y ya llegamos a la zona de vegetación, que aunque va pegada al precipicio no da sensación de peligro, pues los arbustos no dejan ver el vacío.


Y llegamos a la repiseta desde donde ayer nos dimos la vuelta, trepando una roca que ni de broma habría yo bajado. Bien por nosotros!

Y ya estamos en territorio conquistado. Rehacemos el mismo trayecto de ayer, esta vez muy satisfechos, y acordándonos de Javi.

Vamos tan tranquilos, asustando a un par de Mantis



llegamos al río, subimos al aparcamiento, y nos vamos a tomar la mejor cerveza del mundo.


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