Japiberdei. Castillo de los Santos- Sevil

21 de septiembre de 2013

Es mi cumple. Sorpresa  en forma de rico perfume y cámara de fotos acuática: podré documentar las bajadas de barrancos!. Pero hay que ponerla a cargar, así que no la podré estrenar hoy. Busquemos paseíto de secano, pues.

El castillo de los Antos, en la Sierra de Sevil, parece una buena y fácil opción.

Siguiendo instrucciones de nuestra documentación, seguimos una pista que sale de Radiquero hacia el Mesón de Sevil. Resulta una pista eterna (unos 8 kilómetros) y en no muy buen estado a ratos. Nos cuesta casi tres cuartos de hora llegar, pero lo conseguimos, el cochecillo se porta bien.

Ya tan sólo en el Mesón hay buenas vistas, hemos subido un montón, como se nota por el manto de erizones.


El camino está lleno de robameriendas. Llaman así a estas florecillas porque nacen en otoño, cuando los días ya son más cortos, y la gente de campo se retiraba antes a sus casas por lo que ya no merendaba.


El camino se adentra en un bosque, rodea un barranco y se asoma hacia el castillo...


Después baja otro poco y el castillo aparece de nuevo, arriba esta vez, colgado en medio de la nada



Subimos un poco más hasta una cresta que hay encima, cortada hacia un lado y con vistas espectaculares hacia todos. (Pic du Midi d'Ossau incluido) Ant se asoma un poco buscando un tejo milenario que anda por aquí. No lo ve.


El barranco de Balcés, el del otro día. Por ahí bajamos


Comemos ahí arriba, con esas vistas da igual que no haya sombra



Bajamos de nuevo al castillo, preguntándonos qué puñetas se les pasaría por la cabeza para montar un castillo en este sitio. Nos perdemos un poco por los alrededores buscando el árbol, que al final aparece, con una cuesta abajo de las que no me gustan nada, con camino de piedras que me parece que me voy a caer. Ay.


Pero llego
Este tejo es uno de los árboles más viejos de la sierra de Guara. Junto a él había otro, igualmente imponente. Los carboneros lo respetaron, pero no así un carnicero de la zona, que lo taló para hacerse una resistente mesa donde cortar la carne. Sin comentarios.


Y volvemos a bajar, Menos mal que llevo mi bastoncito


De nuevo en el Mesón de Sevil, antiguo caserío que sirvió durante siglos de posada y fonda para los pastores trashumantes y arrieros que transitaron por estas montañas.


Y el cochecillo ahí nos espera tranquilamente.


La bajada se hace igual de larga que al subir. Nos acercamos a Alquézar a tomar una cañita. Y a cenar a Huesqueta.

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