Dolmen de Losa Mora- Otín

23 de julio de 2013

Volvemos a Rodellar. Nuestra bibliografía propone un paseo para el que ayer se nos abrió el apetito: La ruta se llama "El real de Mascún", y nos llevará a un pueblo abandonado, Otín.


Seguimos nuestros pequeños rituales: aparcar donde se puede y cafelito estimulante. Atravesamos Rodellar, bajamos al lecho del barranco, nos cruzamos con los escaladores, pasamos junto a la surgencia y ya enseguida, a mano izquierda, cogemos el barranco de Andrebot, estrecho y empinado. Llegamos al collado de San Cristóbal, donde descansamos un poco y bebemos (Ant un poco, yo un mucho).

Del collado salen dos caminos, el de la izquierda lleva al barranco de Barrasil, y a mano derecha el nuestro, que nos lleva hasta el dolmen de Losa Mora.
Lo construyeron hace unos 4000 años, allá por el Neolítico. En su interior encontraron restos de huesos humanos y herramientas (hachas de piedra, flechas de sílex...). Las piedras provienen del Tozal de las Lastras, a unos 500 metros de aquí.
Y por supuesto, hay leyendas a su alrededor. Copipego:
"Una leyenda cuenta que un rey moro enamorado de una princesa cristiana huyó a caballo con ella, perseguido por sus parientes y envuelto en una nube de flechas. Al bajar del caballo descubrió que su amada estaba muerta. La lloró amargamente, sepultó sus restos y sobre ellos levantó este túmulo. Después fue al encuentro de sus enemigos y se dejó dar muerte.

También se cuenta que por esas tierras pasó una hilandera con su rueca y una gran piedra sobre la cabeza. Cuando llegó al lugar donde está el dolmen dejó la piedra en posición horizontal sobre otras dos que ahí estaban clavadas en el suelo. El hilo que la hilandera trabaja en su rueca representa la vida: cuando se le acaba el hilo ha llegado el momento de la muerte. Entonces deja la piedra que lleva cargada sobre la cabeza para hacer con ella su propia tumba."




El camino sigue en ligera cuesta abajo, entre praderas de erizones. De aquí se podría ir a Nasarre, pero nos parece que sería un paseo demasiado largo, y preferimos ir tranquilamente hacia Otín



Nos desviamos un poco hacia la abandonada pardina de Villanúa y comemos a la sombra de un quejigo.


De vuelta a nuestro camino, al poco ya se ve Otín



Y ya enseguida llegamos al pueblo. Otín tuvo cierta importancia hace años. Fué abandonado en los sesenta, repoblado y reabandonado en los noventa



Vestigios de su segunda población


Uno de los grandes quejigos que hay en el pueblo y sus alrededores


El Gong-paella


Desde aquí empezamos ya la bajada por el camino conocido como La Costera, un camino espectacular junto al barranco de Mascún, desde el que contemplan grandes vistas


A estas  alturas yo ya voy un tanto cansada. Afortunadamente ya todo lo que queda es cuesta abajo, y no vamos mal de tiempo, así que no me agobio. Ant, como siempre, ni suda ni está cansado. Y aprovecha cualquier promontorio para subirse. Se supone que para tener mejores vistas, aunque yo empiezo a pensar que en realidad espera la nave que le devolverá a su planeta.




Y bien, llegamos abajo, cerca de donde comimos ayer


Los escaladores siguen, hay uno colgado en el delfín


Último repechito hasta Rodellar, y recompensa en forma de cerveza fresca. Qué bien voy a dormir esta noche.

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